jueves, marzo 11, 2010

El Crack Dos

José Luis Garci, 1983

[...]Desde la Casa de Campo, remando en el 'lago' -naturalmente, un falso lago: un estanque- madrid es una bella metrópoli, de afortunada brutalidad casi neoyorquina, que superpone el arbolado de la falsa naturaleza (la Casa de Campo es un parque plantado) y el skyline urbano.[...]
MADRID BRUTAL. Antón Capitel.
Pasajes de arquitectura y crítica. Nº 25. Marzo 2001. pgs 40-41

Cuentan de dos holandesas que fueron rescatadas de la M-30 por la Policía Municipal. Llevaban, dijeron a los agentes al despertar, muchas horas perdidas en la autopista sin poder salir. La habían tomado desde el norte dispuestas a cruzar Madrid en su furgoneta sin detenerse, tratando de llegar al sur lo más rápido posible. Siguieron con optimismo las señales que les confirmaban: Sur, Sur, Sur... [...] pero cuando el camino del "Sur" empezó a tener dirección "Oeste" les invadió una sospecha que pronto se convirtió en desconfianza cuando vieron como, con total naturalidad, los carteles del "Sur" eran súbitamente sustituidos por los del "Norte". Claro que, para entonces, la autopista les dirigía descaradamente de espaldas al sol.[...]
Varias veces recorrieron las holandesas perdidas en movimiento pendular la M-30 sin encontrar la salida de Andalucía[...]
Así vieron las pequeñas colonias de casitas cúbicas de cubierta a cuatro aguas, con sus jardines de muñecas, dando a una empedrada calle cortada al sesgo por la M-30. Vieron los grandes edificios de las multinacionales asomando arrogantes por encima de las casitas. Vieron la ciudad de bloques abiertos, todos paralelos y estrechos, mirando al sol como rebaños de inmuebles. Pasaron por debajo de los gritos de la hinchada futbolística...

Las holandesas perdidas. Elogio de la M-30
Gabriel Ruiz Cabrero
Revista del COAM nº 235 marzo-abril 1982 pgs.51-53

Cuando Oíza empezó el Concurso del Banco de Bilbao miraba tres torres: la CBS de Saarinen, la Kline de Johnson y la de los caballeros de K. Roche. ¿Qué es lo que le interesaba en estas torres?
Ahora lo sé muy bien. Era la correspondencia entre la escala de la estructura portante -real o aparente_ y la del edificio.
En una torre, para Oíza, el problema de la estructura portante es el factor más determinante de su forma. No hay más que recordar Torres Blancas. Pero todos sabemos que una estructura, aún la de una torre, puede muy bien consistir en una retícula de pilares suficientemente arriostrada.[...]
Más que ninguna otra, a Oíza le seducía la Torre de los Caballeros de K. Roche. Existía más de una razón. La primera era esa megaestructura -por otro lado presente en Louis Khan o en Kenzo Tange y tantos metabolistas- que en el caso del Banco de Bilbao no sólo resolvía un problema de escala, sino que también resolvía muy razonablemente el apoyo en el terreno, salvando el túnel del ferrocarril que atravesaba en diagonal el solar, con las pilas que forman la megaestructura.
Otro motivo de la torre de los Caballeros que seducía a Oíza era la coincidencia entre estructura portante y espacios servidores, tan del afecto de Louis Kahn. [...]
Una última razón era esa presentación de apilado de plantas.[...]
Por último, en la torre de los Caballeros existía un problema de escala. Allí estaban los pilonos a la escala del edificio y estaban también las vigas horizontales que constituían la escala de la planta y, por lo tanto, la del ser humano. Pero faltaba una escala intermedia que relacionase una con la otra.[...]
Propone varias plataformas hiperestáticas de hormigón en las que apoyar o colgar bandejas muy esbeltas de acero. La torre se constituirá en sectores de cinco plantas colgadas o apoyadas en dichas plataformas de hormigón. De esta manera, una de cada cinco plantas, un veinte por ciento del edificio, puede quedar sin pilares, diáfana. Frente a la enorme tentación de colgar las bandejas de las plataformas, Oíza decide apoyarlas, constituyendose en planta libre la inmediata inferior a la plataforma, y ganando así todo el espacio de su entrevigado. [...]
...Sáenz de Oiza y la evolución del B.B. son para nosotros una caja de sorpresas. Pero él podría contestarnos lo mismo que Walt Witmann:



"¿Me contradigo quizás? bien, entonces me contradigo. (Soy vasto, contengo multitudes.)"

La conexión americana.
Alfonso Valdés.
Revista del COAM 228 ENE-FEB 1981 pags 32-37